© Juan José Gilsanz

De finales del Siglo XIII o principios del XIV es una de sus joyas artísticas: la imagen gótica de la Virgen sedente como Trono de su Hijo y la ermita mudejar de Santa Juliana, que conserva la cabecera de planta rectangular, un elemento poco frecuente. En su interior, se encuentra la imagen del Santo Cristo de Santa Juliana, obra del S. XVI y el retablo barroco de la iglesia parroquial, hoy ubicado en la ermita de Santa Juliana, que fué construida alrededor del año 1683.

Cuenta una vieja leyenda de Navalmanzano que en tiempos unos frailes guardaban la ermita y en una cueva del otero escondian las riquezas y el vino que obtenian de sus posesiones.

Misteriosamente, de la noche al día, desaparecieron sin dejar rastro. Han sido muchos los que ha cavado grandes hoyos en el cerro buscando sus tesoros.