La ‘Noche en Blanco y Negro’ de la Diputación no entiende de pueblos grandes ni pequeños, y así volvió a demostrarse ayer en la Villa de Fuentidueña, escenario elegido este año por la organización de este festival de pianos en la calle que cuenta cada año con más fieles. La gran acogida con la que había contado esta iniciativa en las cinco ediciones anteriores era el mejor aval para que volviera a funcionar de igual manera en esta sexta y, sin duda, Fuentidueña estuvo ayer a la altura de Sepúlveda, Turégano, Ayllón y Riaza y El Espinar donde se habían celebrado las ediciones previas. No en vano, la villa está declarada Conjunto Histórico de Interés Cultura, circunstancia que hizo destacar aún más la belleza de esta iniciativa.
El patrimonio cultural de Fuentidueña y su riqueza arquitectónica se pusieron ayer al servicio del talento de los artistas participantes que, desde la Plaza de la Villa hasta el parque de San Lázaro, pasando por la Iglesia de San Miguel encontraron en esta localidad segoviana de menos de 200 habitantes, el mejor escenario para crear un ambiente cultura innovador y, a la vez, inspirador. Así, los sonidos del piano clásico de Manuel Tévar, bossanovas, boleros y coplas jazzeadas a cargo de Luzía Molina y del Maestro Moriles o estándares de jazz e improvisaciones firmadas por el Pablo Igualada Trío, se unieron al pop-rock del dúo Rock Suite formado por Rubén Villadangos y Susana González, las músicas del mundo de Miguel Ángel Recio o las versiones más frescas y actuales del dúo Berlinches; para el deleite de todo el público que no quiso perderse este evento. Precisamente, quienes también quisieron disfrutar de esta fantástica noche fueron el presidente de la Diputación, Miguel Ángel de Vicente y el vicepresidente 1º y diputado de Cultura, José María Bravo.
Precisamente, De Vicente quiso destacar que “desde la Diputación siempre hemos defendido que la grandeza de nuestros pueblos la marcan sus gentes, su mayor patrimonio. Esto ha vuelto a demostrarse hoy en Fuentidueña, un municipio pequeño pero que ha crecido al albergar una iniciativa tan mágica como estas noches en blanco y negro que, hasta el momento se habían celebrado en pueblos más grandes”. El presidente insistió en que “para nosotros la Cultura tiene que llegar a todos los pueblos por pequeños que sean, y Fuentidueña ha sido el escenario perfecto que ha unido historia y música, contando con el respaldo del público, que ha disfrutado de una de las actividades culturales más emblemáticas de cuantas se celebran en nuestra provincia en el periodo estival”.
Como es habitual, de manera previa a la actuación de los músicos profesionales, numerosos niños y jóvenes de las distintas escuelas de música de la provincia tuvieron ocasión de demostrar sus habilidades musicales al frente de este instrumento en el momento denominado Piano Libre, un espacio dedicado a la improvisación que convierte a este festival en una fiesta participativa a todos los niveles y logra implicar aún más al público asistente. El broche del festival, como es habitual, tuvo lugar en el escenario ubicado en el Parque de San Lázaro, maravillosamente flanqueado por su puente de piedra iluminado, donde tuvo lugar el concierto final protagonizado por los once músicos participantes.